El miedo

A menudo lo sentimos de manera espeluznante, pero lo cierto es que también es necesario sentirlo, porque nos alerta sobre la posibilidad de peligro. Pero,¿ es realmente peligroso aquello a lo que le tememos ? En teoria si, y mas aún si es algo que no realizamos cotidianamente. Pero hay que pensar en la situación de materializar la acción porque, qué tan grave puede llegar a ser que esto salga mal o qué es lo peor que podria pasar, y uno imagina por lo general la catastrofe máxima, el estado de animo o la situación de estrés , etc. Hay diversas formas de manejarlo o evitarlo además de hacer que sirva como herramienta en el momento, que por lo demás son bastante útiles y pueden servir para incluso disfrutar el lapso en que uno lo siente y transformarlo en euforia o adrenalina. Recordando por ejemplo cuando uno hacia alguna travesura y sabía que existía peligro y al realizarlo uno sentia muchas cosas entre las que nombre. En lo personal he descubierto algunas cosas como saber que nada es tan grave, porque cuando he tomado riesgos, ha pasado lo peor y así todo no es tanto como imaginaba. También que uno puede llegar a disfrutar el mismo miedo y transformarlo en acción y no dejar que paralice hasta el punto de llegar a tener el dominio de la situación. Pero también me he paralizado y también he sucumbido ante el miedo en las situaciones más convencionales y naturales que puedan ocurrir, porque pasa que los nervios juegan una mala pasada siempre que uno está ejecutando la acción o esperándola y eso es parte del juego, es algo normal y que todos sienten en distintos pasajes de su diario vivir. También hay situaciones en las que es imposible no sentir miedo o no manejarlo como situaciones límite en las que se está en peligro latente o en estado de inseguridad.La gracia sería manejarlo totalmente y siempre sintiéndolo y no dejarse embaucar por ese maldito sentir que paraliza cada vez que uno debe cambiar de rumbo o tomar decisiones clave. Ojalá uno lo pudiera controlar y ocuparlo como herramienta impulsora para que sea un motivo a realizar la acción y burlarse del miedo latente que se va apenas uno alcanza el fin perseguido.